miércoles, 4 de noviembre de 2009

Sembrando mundo en el espíritu y regando espíritu por el mundo



Tratando de explicar lo que sentía hoy luego de mi retorno de España, me salió esta frase que aunque no sé de dónde salió me parece que expresa bien lo que quise explicar.
Sucede que el organismo parece estar totalmente aclimatado, horarios en orden, cerebro funcionando sin sueño, algo de cansancio natural por el viaje... pero hay algo que empieza a manifestarse sutilmente, en sueños, en sensaciones, en inquietudes, etc.
Comprender esto, aceptarlo y reconocerlo como un proceso que trasciende lo orgánico, me parece importante pues me ha permitido conectarme con el sentir de que partes mías (de mi espíritu podría decir también) se quedaron allá, al otro lado del charco y otras, esparcidas por el camino, empiezan a llegar paulatinamente.
He recogido en  mi viaje experiencia, vivencias y el conocimiento de lugares nuevos. He encontrado a mis hijos en contextos distintos, nuevos, creciendo y siendo cada vez más ellos; reconociendo desde mí su propio devenir, me he regalado el gusto de compartir con ellos y mi esposa esa rica vivencia.
Hemos disfrutado la experiencia de compartir con Erik (mi hijo menor) y Carolina (su pareja) su descubrimiento de una ciudad maravillosa, en la que se respira el aire y la creatividad, su nueva manera de vivir ahora en Barcelona, independiente.
Hemos gozado la inauguración del despacho de Ananké, como se llama el despacho al que se ha unido Pedro (mi hijo mayor). He sentido el orgullo y la satisfacción de padre de verlo haciendo lo suyo, profesional, pareja con María y responsable acompañante de su abuela en aventuras ricas en experiencia y valor humano.
He disfrutado la fortuna de dirigir un taller con gente generosa y positiva, abriendo su ser a la relación producto de un intercambio de miradas y experiencias, de mundos distintos y profesiones complementarias, en un afán de crecer al que modestamente pretendo servir desde mi propia experiencia.

 Todo esto y más es lo que llamo "Sembrando mundo en el espíritu" .

A la par con este cúmulo de experiencias, surge también la vivencia de que en estos viajes, tan extensos en todos los sentidos y cortos para la velocidad que despliega el espíritu en su proceso de asimilar experiencias e integrarlas en el ser, uno va dejando pocos de sí, en el toma y daca de las relaciones humanas uno va dejando su ser esparcido por el mundo, en las personas con que trata, en las experiencias que impregnan su propio ser y el de las personas con las que las compartió. Siento que es inevitable dejar pocos de uno mismo en este itinerario de vida.

A esto es a lo que llamo "Regando espíritu por el mundo"

Esta  experiencia es sin duda cotidiana pero menos consciente o vívida en el quehacer diario de nuestras vidas, en nuestros entornos sociales, humanos, tangibles y metafísicos.
Pienso que la oportunidad de un viaje como el que he tenido se hace doblemente rica al permitirme esta reflexión si la veo como la oportunidad de tomar consciencia y, desde esa consciencia, aquilatar el espíritu que estoy regando, dónde, en qué, con qué sentido, vocación, intnción y efecto...

Por eso he querido compartir mi reflexión.

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