sábado, 17 de octubre de 2009

Habla el cuerpo

Hace tres días me levanté con una ligera sensación de tirantez en la zona lumbar, me dije ojalá que no me empiece a molestar la columna.
Al día siguiente el dolor amaneció con algo más de intensidad, me fui al acupunturista y ahora estoy mejor, pero recién en ese momento, en su consultorio me puse a escuchar a mi cuerpo, ¿que me quiere decir? me pregunté... si, aunque suene loco eso hice y escuché que me estaba reclamando por la tensión, el estrés en que andaba metido.

Revisé mis tensiones, las cosas que me están acelerando, creando ansiedad y ordene mejor mi agenda,  inmediatamente después hice un análisis para revisar mis juicios respecto a lo que estaba poniéndome tenso y me dí cuenta que realmente nada merecía tanta tensión, tenía las cosas más controladas de lo que estaba viendo y, lo que no estaba controlado tampoco era ni grave ni amenazante.
Hoy, todavía con un ligero malestar, puedo decir que si no hubiera escuchado a mi cuerpo ya estaría "tronchado", con faja, inyecciones y toda la rutina que acompaña a los dolores lumbares.

Si, con frecuencia el cuerpo nos habla, otras veces nos grita con desesperación, ¿por qué seremos tan sordos al cuerpo?

Nos toca la retadora tarea de cambiar la actitud de nuestra sociedad frente al cuerpo, de considerarlo un simple transporte a verlo como elemento integrador de nuestro ser.

Empecemos por nosotros y nuestros seres queridos, nuestro entorno inmediato, laboral, social, etc. escuchemos a nuestro cuerpo y enseñemos a los demás a escuchar el suyo.

Si el cuerpo le habla a los doctores para decirles qué está mal, qué tienen que curar, ¿por qué no nos va a hablar a nosotros?

Ya dice el dicho "no hay peor sordo que el que no quiere oir".

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